Imposible empezar un blog de comida desde mi condición de chileno y latinoamericano sin mencionar en primer lugar y como piedra angular de nuestra gastronomía... el pan con pebre.
Sencillamente porque estos dos son básicamente los pesos pesados de nuestra cultura culinaria y cualquiera que se atreva a criticarlos puede salir mal herido. Junto con la piscola, el pan con pebre representa una característica cultural española-europea que tanto disfrutamos, el sobremesa. Compartir historias al pie de un vino tinto o una piscola mientras se cucharea un pebre es capaz de calar tan hondo en los corazones de los chilenos que cualquiera que haya estado lejos del hogar, como es mi caso, sabe que es casi imposible contener las lagrimas cuando se habla de la familia latina.
El cuerpo de cristo, el Pan:
El pan amasado es un símbolo de la unión y la familia. A diferencia del pan de panadería el amasado se coce al fuego del calor de hogar y bajo la mano experta de una persona cuya pasión por la comida casera va probablemente más allá de lo que podamos imaginar. No es raro que por lo general son las madres y las abuelas las que manejan mejor la técnica y justamente porque su lazo de amor incondicional hacia los suyos es lo que da la consistencia necesaria . El pan de la foto fue hecho por mi mamá en su casa del Valle del Elqui. Imposible es explicar con palabras la consistencia de este pan a alguien que no lo ha comido nunca porque a diferencia por ejemplo de una marraqueta, la miga no es un extra sino que el sentido mismo de la existencia del pan amasado y al mismo tiempo el exterior no puede extremadamente crujiente porque le quitaría ternura y cariño. Otro detalle del pan amasad es que por lo general se le pincha con un tenedor lo que le da esa apariencia distinta y personal. Finalmente podría decir que lo único que puede hacer mejor a un pan amasado en que se haya hecho en un un horno de barro porque eso simplemente lo pone a la cima de cualquier otra obra maestra de panadería, comparable solamente con una tortilla de rescoldo.
Si hay un elemento de la cocina occidental que hemos recibido como herencia, así como el pan, y que los chilenos hemos llevado a un punto de perfección es el pebre. Es claro que existen muchas formas de hacer un pebre y probablemente cambie de persona en persona. Pero a diferencia de la Salsa Chilena que venden en California o la Bruschetta italiana que por lo demás es muy buena. El pebre chileno cuenta con elementos único y que muchas veces rayan en la delicadeza. El pebre de la foto también fue hecho por mi mamá y ella además del abundante cilantro y tomate, cebolla amortiguada (lavada en agua caliente con sal), ajos y ajíes. Ella por lo general agrega jugo de limón, aceite pero además aveces pone un poco de vino blanco y agua caliente, muy poca. De todas maneras independiente de si los ingredientes están muy picados o muy enteros. Incluso si el pebre está "demasiado picante" que personalmente creo que es falacioso decirlo. El pebre no puede faltar en la mesa. El único capaz de reemplazar al pebre sería en ese caso es la pasta de ají con cilantro.
Presentes en todas los almuerzos dominicales y con la única intención de reunir a la familia, el pan con pebre seguirá siendo la piedra angular de nuestra cultura culinaria y mi opción indiscutida a la hora de buscar por un "tente en pié". El sólo pensar en pan con pebre me hace sentir como en casa y espero con ansías poder volver a visitar a los mios y comer hasta que me duela la guata.